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miércoles, 8 de mayo de 2013

El proceso de adaptación a la web social


Considero que ha llegado el momento de echar la vista atrás, de plantarse y ver las cosas con perspectiva, de valorar, en definitiva, dónde estaba y hasta dónde he llegado. Y lo hago ahora, a mitad de asignatura, siendo consciente de lo que me/nos queda aún por delante.
No sé vosotros, pero yo siempre he sido un escéptico de las redes sociales, aunque prefiero utilizar el término 'medios sociales', al fin y al cabo se trata de herramientas a través de las que los usuarios configuran las verdaderas redes. No me gusta escuchar que Facebook, o Twitter, o G+, son redes sociales, los verdaderos protagonistas y creadores de valor en esos medios son los usuarios. En este caso admito el debate e, incluso, el tirón de orejas por parte de profesores y eruditos en la materia.
Como iba diciendo, me interesaban más bien poco (no me atrevo a decir que nada, en realidad) aunque no dejaba de percibir a mi alrededor esa corriente cada vez mayor de adhesiones poco menos que inquebrantables a lo que parecía suponer poco menos que una revolución… ¿social? Mientras tanto, yo decidía seguir dentro de mi burbuja, escasamente tecnológica, que se componía de un teléfono móvil (ni Smartphone, ni Blackberry, ni leches), un ordenador con Windows XP (creo que Bill Gates ya nos ha “regalado” la versión 8 porque no dejo de recibir mensajes subliminales de todo tipo instándome a que migre cuanto antes al nuevo sistema si no quiero verme aislado, cuando no excluido, de las maravillas con las que piensa beneficiarnos) y, a lo sumo, una cuenta de correo electrónico y un acceso a Internet para acceder a la web 1.0, a la que, reconozco mi obsolescencia, siempre he considerado poco menos que el invento del siglo.
Resumiendo, que inconscientemente me negaba a subirme al carro de la web 2.0, y más aún si había de hacerlo empujado por la marea de una moda que, como casi todas las modas, puede acabar resultando pasajera. Y eso sí, con mi pequeña red social formada, accesible y localizable con sólo descolgar el teléfono, enviar un correo electrónico o visitar la tasca de la esquina.
Y en esas me encontraba cuando se me vino encima el tsunami de los social media merced e a esta asignatura, a la que no sé muy bien si maldecir o adorar (evidentemente, queridos profesores, opto por esto último, al menos hasta el mes de junio). De vivir “aislado” en mi pequeña y recóndita aldea he pasado a formar parte de multitud de  redes que extienden sus tentáculos hasta el infinito… y más allá. Decenas de tuits recibidos diariamente, mi buzón de correo saturado por mensajes de personas a las que no he visto, ni probablemente veré, en mi vida, cientos de recomendaciones para profundizar (¿más aún?) en todo este mundillo que jamás podré llegar a leer ni en sueños, hasta me sorprendo asegurándole a cualquiera que me lo pida que “me gusta” sin haberle preguntado ni siquiera el típico ¿estudias o trabajas?…Y lo peor de todo: he dejado de acudir a mi bar habitual, ahora me conecto a Google + o a Facebook y me abro una cerveza de lata
del Carrefour, que la crisis aprieta que es una barbaridad. Pues sí, me temo que mi vida ha cambiado con esto de las redes sociales.
Perplejo, pasmado, alucinado… cualquiera de estos adjetivos podría definir mi estado actual; aunque también podrían hacerlo saturado, estresado, o cabreado, la verdad. Pero no me desanimo. Una vez dentro ya soy capaz de cualquier cosa, bueno… de casi cualquier cosa. Y me temo que no hay vuelta atrás.

2 comentarios:

  1. Bueno, has salido francamente favorecido en la foto: tú tienes aún menos pelo en la frente. ¡Qué bueno, Raúl!!! La verdad, describes de forma divertida y amena el proceso de adaptación a la web social que te está procurando esta asignatura, y como estás ahora más cerca de ese círculo dantesco nuclear del estrés infoxicado. Pues de ahí, hacia fuera... Al menos esa esperanza tengo yo, que también estoy atravesando una etapa de infoxicación que me está costando gestionar porque tampoco ni el trabajo ni otras asignaturas del máster me ayudan con su demanda continua de atención. De cualquier manera, y siendo optimistas, el lado bueno es que esta asignatura nos está abriendo muchas puertas a los que formamos las prietas filas de los más conspicuos analógicos nativos, por no decir zoquetes webmáticos. La cuestión ahora consiste el frenar el tsunami y filtrar sólo la información realmente útil por las compuertas de nuestra competencia informativa. Al tiempo. No desesperemos y limitémonos a disfrutar del diluvio de la web social que ha calmado nuestra sequía analógica.

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  2. En sentido del humor, un 10, sin duda. Ya hemos visto que no solo es en eso. Y sí, era un diluvio... pero vemos que te has construído una casita desde la que resguardarte. ¡Nos alegramos!

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